8 ene 2010

La Pascua Militar celebración para los elegidos

Su origen en muchos casos desconocido, se debe a nuestro reglamentista y organizador Carlos III, que tras la reconquista de Menorca a los ingleses y ayudado por una flota francesa allá por el 1.782 consideró que el 6 de enero debía conmemorarse una celebración militar de esa victoria.


Desde entonces esa celebración que ha pasado por muchas consideraciones y ha pasado a nuestros días como el acto de inicio del año militar.

Eso del año militar la verdad es que no se entiende muy bien, pero si lo comparamos con la celebración del curso judicial pues es una incongruencia más de nuestros calendarios sociales.

En ese día, se celebra un acto principal en el Palacio Real, con la asistencia de los Reyes, el Presidente del Gobierno, la Ministra de Defensa, el Jefe de Estado Mayor de la Defensa (Jemad) y los Jefes de Estado Mayor de los tres Ejércitos, además de otras autoridades y una representación comisionada de los diferentes escalafones del Ejército. Además el Ministro de Interior Rubalcaba, como no, para reafirmar su progresión política.

Se hacen discursos, a veces interminables, que generalmente sólo sirven para salir en los medios de comunicación, y éstos buscan una frase o un comentario que pueda ser relevante, pero que generalmente no sirve más que para salir del paso.

Este año para colmo nuestro europeo presidente llegó tarde al acto, un acto de carácter cívico-militar, donde la puntualidad es una característica obligada para las fuerzas armadas.

Eso demuestra el interés de nuestro Zapatero para la Defensa. Por otro lado la social-nacionalista catalana y ministra de Defensa, volvió a pasar del protocolo de vestuario, haciendo con ello que los comentarios se pierdan en temas formales olvidando el verdadero carácter de ese acto castrense.

¿Pero qué podemos esperar de esta saga de mediocres? El Jemad, en claras imágenes y fotos del acto demuestra su total sumisión, que no lealtad, a la nacionalista que le nombró.

La Ministra en parte de su discurso dejó claro que el consenso será necesario para poder llevar a término la Ley de Derechos y Deberes de las Fuerzas Armadas, con la que se pretende que los militares puedan asociarse para cualquier demanda siempre que no tengan carácter reivindicativo o político. Es decir la libertad y derechos contemplados para todos los españoles se ven mermados entre los militares, entre otras razones porque así lo han decidido nuestros políticos chapuceros.

¿Qué miedo tienen a que los militares puedan asociarse? ¿Pensarán que tras esas asociaciones puedan llevarse a cabo acciones sediciosas o golpistas? La verdad es que no hay una respuesta clara por parte de la clase política dirigente. Hasta los partidos más izquierdistas no son claros en cuanto a la idea de asociaciones militares que puedan tener carácter reivindicativo.

Sin embargo podemos ver como la Magistratura que tiene mermados también dichos derechos reivindicativos tienen acceso a las asociaciones que no tienen otro carácter que el político y sindical, y que durante el 2.009 han llevado a cabo incluso huelgas, en teoría no permitidas, pero que ha sido una piedra en el zapato de nuestros vividores legisladores del Hemiciclo.

Es pues desde el punto de vista social totalmente injusto recortar los derechos de los miembros de las Fuerzas Armadas, por el celo y miedo de una clase política carente de ideas y personas relevantes.

Sin embargo se encargaron desde los años 80 de romper toda la estructura militar de España, acabaron con las Capitanías Generales que se encontraban perfectamente organizadas por considerarlas franquistas y ejército de ocupación. Deshicieron unidades operativas a su antojo, llegaron a eliminar casi completamente el regimiento más antiguo de España, el Soria nº 9, (en los países anglosajones, los regimientos militares antiguos son una tradición inquebrantable).

Tras ese reestructuración, llegaron otras, y aún hoy en día siguen quitando de aquí y poniendo allí, sin orden y concierto. Los ciudadanos que hicieron la “Mili” no encuentran ni el nombre de la Unidad ni el cuartel donde la hicieron. El cuartel ahora puede ser una Tesorería de la Seguridad Social en el mejor de los casos, pues suele ser un solar abandonado y ocupado por indigentes o caballos de algún “marginado” que se ahorra el pago de impuestos. En otros lugares lo hemos visto convertidos en nuevos órganos administrativos autonómicos inventados para dar asiento a más de un inútil indocumentado pero con carnet antiguo del partido gobernante. Esos organismos que no valen para nada si tienen un sentido ocupacional, ya que nos vemos atrapados entre ellos y su nueva burocracia política.

Pero no hay que olvidar que todos estos cambios si bien fueron promovidos por nuestros celosos e incompetentes políticos, fueron ejecutados y asesorados por miembros destacados de las fuerzas armadas, en su afán de alcanzar determinados empleos y puestos dentro del Ejército fueron los primeros en señalar con el dedo y dar el beso en la mejilla por las 30 monedas de plata de su expediente.

El Ejército ha pasado a ser de un ente respetado a un conglomerado de órganos que no se sabe bien cuál es su misión.

Siempre se ha considerado que las Fuerzas Armadas debían formarla unidades preparadas para el combate en caso de una acción armada externa, debían poseer la formación necesaria, así como el material adecuado para llevar a cabo la misión encomendada, pero desgraciadamente hoy en día, el Ejército español está preparado para combatir el fuego del verano, las inundaciones del invierno, las operaciones quirúrgicas de tumores en niños afganos, para regalar rotuladores Carioca a colegios del Líbano, para sentarse con un gran dominio del inglés en las reuniones de OTAN sobre las divagaciones del sexo de los ángeles, y no mucho más. Y además carece de medios, ya que los que tiene son incomparables con los de los países con los que Zapatero quiere compartir foto, pero sin dinero.

En las operaciones de mantenimiento de la paz, que es así como llaman a nuestras misiones en países en conflicto, no hay ninguna acción de guerra que pueda solventarse con autonomía por el comandante en jefe de la misión, ya que se pide permiso a los políticos chapuceros hasta para cargar el arma.

Es una lástima que la Pascual Militar no sirva precisamente para reivindicar las necesidades de nuestras Fuerzas Armadas y sin embargo sirva para lucir pantalones la Chacón o para que el Rubalcaba propugne una vez más con su presencia el carácter militar de la Guardia Civil, a la que no deja de regalarle generales y tenientes generales para comprar su lealtad.

Nuestro Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, como de costumbre ni picha ni corta sino todo lo contrario, sigue animando a nuestras tropas a seguir poniendo tiritas en Afganistán. Mientras más lejos mejor.

De esta manera tenemos a nuestros militares entretenidos en el exterior, los que se quedan aquí se dividen en los que acaban de venir de una misión y están de descanso a la espera de la siguiente, los que nunca van a ninguna y que les llenan de papeles para que entre ellos estén ocupados y los que cada día inventan algo nuevo que les alce a un puesto mejor a costa de los desgraciados que le hacen el trabajo.

Hay que recordarle a la ministra nacionalista que en su departamento aún tiene miles de recursos por resolver, que ha planteado soluciones tan delirantes como ascender mediante decretos a Comandante a personal que ni siquiera esperaba hacerlo a Subteniente, y que aquellos a los que les exigió una carrera superior y estudios para alcanzar empleos superiores los ha discriminado dejando en determinados casos en el empleo de Comandante “In eterno” por no haber previsto una organización militar adecuada.

Señora ministra sirva esta celebración para decirle que no tiene ni idea de cómo funciona un ejército y ni siquiera se ha puesto a estudiarlo. Que continuamente vapulean a nuestros defensores sin piedad, y lo peor está dentro, aquellos uniformados que por amor a su expediente son capaces de acabar con las ilusiones del resto de sus compañeros.

Por todo lo anterior animo a seguir celebrando la Pascua Militar, como nuestro digno e inteligente Carlos III, como conmemoración de la reconquista de Menorca pero como nada más.

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