25 ene 2010

Un año sin Marta del Castillo y 32 sin Justicia

En estos días se ha recordado que Marta del Castillo sigue desaparecida, y no es un caso más, como los que habitualmente suceden en España. Desgraciadamente existen númerosos jóvenes que abandonan sus hogares, en algunos casos de forma voluntaria y en otros por causas ajenas a su voluntad. En este segundo estado se encuentra Marta del Castillo, pero su desaparición creó desde un principio una posición de la sociedad española y especialmente la sevillana de pleno apoyo a su familia, los medios de comunicación dieron la importancia requerida al hecho, pues aún estaba reciente el caso de Mari Luz.


Todos recordamos por entonces la búsqueda de la voluntariedad o no de su desaparición, y cuando se hizo caso a los padres, a los que mejor la querían y conocían, fue entonces cuando la investigación policial se puso en marcha, empujada por los políticos interesados en no quedar como culpables de la posible negligencia con la que actuaron en el caso de Mari Luz, la acción mediática podía poner en peligro su cómodo y bien pagado puesto de “trabajo”.

La maquinaria policial obtuvo rápidamente el éxito esperado de sus investigaciones, al fin y al cabo los investigados eran un grupo de jóvenes no profesionales, su labor no era tan difícil como podía suponerse.

Tras las detenciones pertinentes entra en juego nuestro desesperante aparato judicial, y con ello los detenidos que sucesivamente iban formando parte de la trama asesina, estos jóvenes incluidos un par de menores que intervienen en esta desaparición, según sus propias confesiones, se desdicen ante sus señorías de lo contado a la policía.

Mientras tanto, son capaces estos secuaces de movilizar a miles de personas en la búsqueda del cuerpo de Marta, tanto por el río Guadalquivir, como por el vertedero de Alcalá de Guadaira, y últimamente por un solar de unas obras civiles en el término de Camas.

Ante la mirada de todos los españoles de bien, podemos sentir como unos jovenzuelos sin vergüenza y sin alma son capaces de quebrar un sistema judicial y policial que denota su falta de recursos legales para obtener la información de la ubicación del cuerpo de Marta.

Esto no es más que la punta del iceberg que tenemos en nuestro desastroso sistema democrático español.

¿Qué pueden pensar los familiares de Marta sobre esto? Pues no puedo contestar a esto, pero sí que puedo decir lo que pienso yo, que no soy familiar suyo, pero que poniéndome en su lugar, no puedo más que hacerme idea de la vergüenza que siento por haber participado en las urnas ejerciendo el voto para darles a estos mamelucos veinteañeros la posibilidad de engañar a todos los estamentos sin que se les roce ni un pelo de su cabeza.

Este voto maldito desde hace ya 32 años, ha dado el derecho fundamental de hacer lo que le dé la gana al maleante y al violador, al terrorista le ha dado privilegios para decidir en qué cárcel quiere estar, a la carrera gratis desde su celda, al narcotraficante a burlarse de la policía tirando la droga en su cara antes de la detención porque sabe que le va ser difícil demostrar al de la gorra su culpabilidad, también al que lleva 90 detenciones por hurto y sigue en la calle ejerciendo lo que sabe.

También sirvió mi voto para que los menores lo sean para cuando cometen un delito pero no para poder ejercer el aborto o para llevar un ciclomotor a toda velocidad por las calles de su pueblo.

Y sobre todo mi voto ha servido para que estos mediocres ejercientes de la política española se puedan sentir dioses de la historia del S. XX y XXI, y que con sus dedos manchados de la sangre de tantos inocentes sin justicia española, sigan dándonos lecciones sobre la libertad y la democracia. Las leyes que han creado estos inútiles diputados, son lo más parecido a las que crearían los propios delincuentes desde la cárcel. Sólo han favorecido a los que delinquen pasando por encima de los españoles con sus grandes paquetes de más de quinientas mil firmas a la que la Constitución nos da algún derecho y de la que ellos por supuesto dan el mínimo de importancia como se puede saber por la cantidad de iniciativas populares que estos “okupas” del hemiciclo se han pasado por el forro de su abrigo de miles de euros.

Para colmo nuestros imparciales jueces y su sistema judicial, totalmente sumiso al poder político, cuando ven cómo su justicia no responde al clamor popular y la realidad de un sentimiento racional, echan la culpa a los legisladores diputados, pero sin embargo en cuánto éstos pretenden decidir sobre leyes y reglamentos que puedan afectarles directamente, sacan su bandera de la imparcialidad de la justicia para desdeñar y apagar esa llama de intento legislador.

Para mí e imagino que para la mayoría de los españoles de bien, la justicia no es tal en la España de hoy en día. ¿Si no lo es, por qué la tenemos así? ¿Es que quizá nuestra mente plebeya no entiende el fondo de la legislación? A esta pregunta plebeya me respondo como tal: no debemos seguir consintiendo que los que tenemos la capacidad de legislar mediante nuestro voto tengamos leyes en las que no creemos, no necesitamos tecnócratas politizados que nos enseñen a vivir bajo sus reglas y no bajo las nuestras, ya que entonces ¿qué clase de democracia es ésta? La democracia de cómo saber vivir bien haciéndose político, de cómo ser juez y tragar con la injusticia diaria de una leyes injustas.

¿Qué sentido democrático tiene una ley que es capaz de dejar en la calle a unos delincuentes confesos de la desaparición y muerte de Marta del Castillo? ¿Qué sentido democrático tiene que los padres de Marta estén sufriendo ya para toda su vida y ni siquiera puedan dar entierro al cuerpo de su hija?

Si esa es la democracia que yo he creado con mi voto, no la quiero, quédense ustedes con ella, porque prefiero usarlo para acabar con esta serie de chapuceros y de tecnócratas vividores y aprovechados. Espero que algún nuevo partido político sea capaz de dar luz a todos estos que piensan como yo, y que con una nueva savia podamos echar abajo estas ramas podridas de nuestro árbol evitando con ello que se seque.

Y desde aquí quiero dar el ánimo necesario y mi apoyo a la familia de Marta del Castillo, porque ellos si saben y están dando una verdadera lección de democracia y de respeto a la justicia.

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