Así es la traducción literal del toro de lidia en francés, y es que al fin y al cabo, el lenguaje de otros países, incluso a pesar de que el vecino pirenaico mantiene en la región sur esta tradición taurina, no saben cómo denominar este noble animal que ha sido y es un emblema de nuestra España.
Todos podemos tener una opinión de la fiesta nacional, pues así también se denomina a las corridas de toros, ya sea a favor o en contra.
Lo mismo ocurre con multitud de espectáculos, que por no extenderme referiremos a aquellos donde intervienen animales, pues todos hemos ido alguna vez a un circo, donde precisamente unos animales salvajes son dominados por el hombre, que de una forma u otra, presenta una serie de actuaciones donde leones, tigres, focas, pasan a realizar saltos de un rincón a otro, a base de látigos y palos, no podría ser de otra forma. El sufrimiento no visto de esos animales en la trastienda para llegar a ese punto ha sido diario y no por ello menos doloroso que el presentado para la prohibición taurina en tierras catalanas.
Y qué decir de los monos enjaulados en el zoo barcelonés, deben estar muy contentos esos primates en la jaula o estancia donde permanecen.
Si además hablamos de la pesca deportiva, qué decir de los anzuelos cuando se clavan en la boca o cualquier otra parte de un pescado. O de la caza
del venado que después de ser criado y vivir una vida idílica campestre, tiene sus días contados para ser abatido en el coto en una cacería bien pagada, pero que nadie le asegura falta de sufrimiento cuando el primer tiro no le deja a merced de la infección de la herida y agoniza durante las próximas horas hasta caer yacente en cualquier parte donde sólo será encontrado por las alimañas.
Así seguiríamos, pero que os voy a contar que no sepáis.
Lo que se ha realizado en el parlamento catalán es el resultado de un problema democrático grave, que es la disposición constitucional donde las autonomías se convirtieron en relevantes.
La ausencia de unos políticos aptos
para empujar a un país hacia el desarrollo económico y social nos ha llevado a esta anecdótica situación.
Los personajillos que nos gobiernan, ya sea en Madrid como en cualquier parte de España son auténticos perdedores de la vida, gozan de unas prebendas, de un poder excesivo y sobre todo de una sinvergonzonería que raya en muchos momentos la legitimidad de su elección.
Le hemos dado, y ellos lo han aprovechado en demasía, el voto para convertirnos en un rebaño del que ahora es difícil salir.
Los nacionalistas, que así denominamos, a los emperadores de los cortijos feudales en los que hemos aprobado dividir España, se están haciendo fuertes, no sólo se dedican a vivir bien y en una poltrona bien pagada, incluidos familia y amigos, sino que además están rigiendo nuestra forma de pensar, de educarnos, de vivir, y de todo lo que nos rodea. Baste el ejemplo catalán, donde se multa a alguien que ponga "Tienda de Tejidos" en vez de "Botiga de Teixits", se le prohíbe a los niños de un campamento pagado por los españoles que vean la final del único mundial de futbol donde ha ganado España, donde nuestros primos cacereños que se han ido allí a encontrar un puesto de trabajo, tienen que dejar sus hijos en la tierra extremeña ya que no saben catalán y perderían algún curso por no poder asistir a clases en español, donde llevar alguna señal de español es como si fuera un atentado al sentido catalanista inventado por estos maleantes de la cultura.
Los problemas tienen todos solución, según me decía mi abuela, todos menos la muerte.
Por ello debemos intentar arreglarlo. Las ideas son muchas, pero para poder atajar el problema de raíz, empecemos por cambiar la Constitución, dejemos claro que las autonomías son el verdadero cáncer de esta enferma España. Las autonomías se han convertido en el nido de ratas
y se nos están comiendo todo el grano almacenado; seguimos esperando que se mueran solas, pero eso no va a ocurrir, mientras tengan grano seguirán multiplicándose, y poco a poco nos dejarán sin España. Hay que exterminarlas sin que el grano sea afectado. No hay que darles opción a seguir alimentándose de lo que producimos entre todos.
Los partidos siguen siendo, al menos hasta ahora, meros negociadores de votos y trueques legislativos sin que sientan de verdad lo que los ciudadanos de bien pensamos.
Debemos pues aprender del "Toro de Combate" que es capaz de enfrentarse, aunque sea por miedo, en un coso ante miles de personas a los que le rodean e intentan por todos los medios matarlo. No podemos salir a la plaza, irnos a un rincón y esperar una muerte cobarde, porque al fin y al cabo estos chapuceros de la política lo que intentan es convertirnos en auténticos borregos esperando a quien le toca ir al matadero.
Luego la solución primera es acabar con estos elementos transgresores de la sociedad civil que gobiernan, y para ello nada mejor que la legalidad de un cambio constitucional provocado por todos nosotros, los que seguimos creyendo en la democracia, aunque a veces nuestra opinión la venden estos hipócritas como fascista o terrorista, ya que los medios bien pagados se encargan de defender la voz del amo que le da de comer.
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